Consideraciones sobre la importancia del análisis holístico

En el siguiente trabajo se busca ver las razones por las que fallan ciertas teorías, estas serán analizadas desde la cosmovisión impartida por Konrad Lorenz, autor del que haré uso. Lorenz fue un conocido etólogo, dedicado al estudio comparado del comportamiento. Su libro “La ciencia natural del hombre (El manuscrito de Rusia)” será, en este caso, mi fuente para analizar dichas teorías, sin embargo, este libro abarca varios temas que dan pie a distintas discusiones y trabajos y, quizás, a algunos desacuerdos en la metodología que ofrece, sin embargo, no es mi caso. Debido a lo extenso del libro sólo haré uso de uno de los capítulos que más me interesó, “el todo orgánico y el análisis holístico”. Es importante que toda persona que quiera estudiar algo relacionado con las ciencias naturales tenga en mente este capítulo, complementándolo con el resto del libro, claro. Le será de mucha ayuda a la hora de la investigación en su campo, y para no dejarse llevar por teorías que parecieran abarcar más de lo que realmente están abarcando. Por eso considero de importancia tomar en cuenta los criterios que, sin duda, son beneficiosos para quien le interese el campo de la naturaleza y lo que la misma presenta. Sin más me gustaría mencionar que el tema a tratar es muy satisfactorio y encontré muy útiles y fructíferas las observaciones realizadas por Lorenz.

Al hablar del “todo orgánico” debemos tener en cuenta algo, y es que un organismo evoluciona. A esta evolución se la denomina filogénesis; la filogénesis son los cambios que se evidencian al correr miles o millones de años. Por lo tanto, pareciera evidente para quienes se adentran en el campo de la investigación en ciencias naturales que, parafraseando a K. Lorenz, “las partes se construyen a partir del todo, se derivan de él” (Lorenz, K. 1944-1948. Págs. 198). Hay una relación reciproca entre las partes y el todo, por lo cual hace infructífera la investigación en la mayoría de los casos cuando se intenta analizar una parte particular fuera de su todo (este todo debe ser orgánico, en el caso de materia inorgánica, el análisis bien puede ser realizado a una parte, quitando algunas variables, sin necesidad de contemplar todo el panorama, más adelante expondré el por qué de esto). A estas partes Lorenz las llama “sub-todos”, los cuales están “en una relación de influencia causal recíproca” (Lorenz K. 1944-1948. Págs. 197). Estos sub-todos se diferenciaron del resto del todo a través de un proceso evolutivo, y cada uno cumple una función particular, se logra una división del trabajo que termina por subordinar las partes. Entonces, al abordar una investigación, se debe tener en cuenta al todo. Una frase muy citada, pero a la vez correcta es la de que el todo es más que la mera suma de sus partes. A lo que quiero llegar es a ¿qué sucede cuando en una teoría o en una investigación sólo se considera una parte fuera de su todo orgánico?, ¿el resultado que de allí deriva es erróneo? Para contestar esto haré lo siguiente, expondré algunas teorías que tuvieron cierto auge en el pasado y veremos en qué se equivocaron, siguiendo la línea que Lorenz ha trazado.

Tanto el aspecto fisiológico como el psíquico son las dos caras de una misma moneda. Todos los procesos vivenciales subjetivos son al mismo tiempo auténticos procesos vitales y, en consecuencia, somáticos y materiales. Podemos comprender aún más la “identidad” real de los procesos psíquico-subjetivos y de los neurofisiológico-objetivos si tenemos presente que poseemos dos formas “a priori” de la intuición distintas entre sí desde el punto de vista cualitativo, dos aparatos receptores separados para el mismo hecho real. (Lorenz K. 1944-1948. Págs. 229-230). Cabe aclarar, en principio, que Lorenz es un autoproclamado materialista, esto le sirve como el “lente” que usa para ver las cosas. Por lo tanto, en este punto es donde falla el dualismo, el cual dice que la esencia de la inteligencia consciente reside en algo “no físico”. Creo que resulta evidente el problema aquí. Ya sea el dualismo sustancial, el cual afirma que “cada mente es una cosa no física distinta, un `paquete` individual de sustancia no física” (Manual de cátedra de Problemas epistemológicos de la psicología contemporánea. 2014, Págs. 215), o el dualismo de las propiedades, que afirma que el cerebro tiene un conjunto específico de “propiedades” que no posee ningún otro tipo de objeto físico. Sino que son las propiedades esperables, características de la inteligencia consciente. Y que son no físicas en el sentido de que no podrían reducirse a los conceptos de las ciencias físicas conocidas, y se requeriría una nueva ciencia, la de los “fenómenos mentales” (Manual de cátedra de Problemas epistemológicos de la psicología contemporánea. 2014, Págs.217). Ambos fallan en este concepto del cual se rige el estudio comparado del comportamiento. Lo que el dualismo hizo fue proponer dos sustancias totalmente distintas, y uno de los mayores problemas era el de encontrar como se relacionaban ambas sustancias, debido a que de alguna manera debían de estar en contacto causal, no sabría decir si de contacto causal recíproco, pero debiera de haber cierto grado de relación entre ambas sustancias. Esto, junto con otros inconvenientes, fue lo que ocasionó que el dualismo fuera tan criticado. El sólo hecho de pensar que una persona fuese algo completamente distinto de su cuerpo y que de alguna forma se relaciona con el mismo, es algo que produce cierto ruido, que no suena demasiado congruente ya de buenas a primeras.

Por lo tanto, el dualismo concibe dos sustancias separadas, el problema es, entre muchos otros, que no se tiene en cuenta la parte y el aporte del cuerpo, el estado físico en el cual residiría la mente o el alma. Haya o no alma, debiera de tener relación, ya que sería el huésped del cuerpo, aquí toma mayor importancia y exclusividad exagerada la parte espiritual, excluyendo y sacando mérito, quizás, al aspecto físico. Y este es, en principio, un problema grande, debido a que lo que hay alrededor nuestro son objetos físicos en buena parte. Más aún, incluso el color, que en realidad son ondas electromagnéticas, tiene un impacto en nuestro cuerpo. El hecho, por poner un ejemplo, de que lesiones en lugares específicos de la estructura cerebral generen síntomas similares en distintos sujetos nos dice que la estructura cerebral es esencial para el desarrollo posterior de la conducta. Por ejemplo, “una lesión en la corteza prefrontal ventromedial (CPVM) hace que el sujeto sea incapaz de mantener normas sociales de conducta y de expresar emociones básicas” (Álvaro Gonzáles. 2013). Aquí lo que intento es darle cierta importancia al ámbito del mundo físico también. Puedo decir que el presenciar un hecho traumático luego podría degenerar en alguna conducta particular, obviamente siempre hay que tener en cuenta todos los factores que influyen en la situación, pero este sólo es un pequeño ejemplo de “tomar ambas partes, no sólo una y dejar la otra de lado”; evidentemente este ejemplo es minúsculo. Quizás esta teoría se dejó llevar demasiado por la intuición, y dejó de lado la inducción. No hay que quitar importancia a la intuición, ya que es la primera en generar conocimiento de cierta manera, pero nos es útil sólo hasta cierto punto.

Por eso esta teoría está, sin más, errada, siguiendo la visión materialista de Lorenz, por supuesto.

Pasando ahora al conductismo metodológico (una de las tantas escuelas de la psicología). Lo que buscaba era “explicar la conducta de cualquier criatura que estudie, incluyendo a los seres humanos. La conducta sería la actividad observable, medible, registrable en los sujetos; ya sean ruidos, movimientos corporales, cambios de temperatura, etc.” (Manual de cátedra de Problemas epistemológicos de la psicología contemporánea. 2014, Págs. 270). Lo que los conductistas proponían era explicar la conducta de un organismo en términos de sus circunstancias ambientales y algunos rasgos observables, también acudían a los reflejos innatos y los condicionados en lugar de acudir a los estados mentales. Las explicaciones de sentido común que recurren a los “estados mentales” se consideran seriamente defectuosas. Dichas explicaciones recurren a un conjunto de conocimientos populares que no tiene base científicas correctas y que pueden consistir en gran parte en superstición y confusión (Manual de cátedra de Problemas epistemológicos de la psicología contemporánea. 2014, Págs. 270). Una escuela de filosofía que contribuyó al surgimiento de este tipo de conductismo (hay mas de un tipo de conductismo, por ejemplo el conductismo filosófico) fue el positivismo lógico, el cual postulaba que el significado de una oración depende de las circunstancias observables que se pueden llegar a verificar. Sin embargo, el problema no tardó mucho en presentarse, debido a que una de las quejas principales era que el conductismo tendía a deshumanizar a los humanos al descartar arbitrariamente de la corte científica la característica misma que nos hace especiales: una vida mental consciente. Si los seres humanos somos “especiales”, y si los somos, que características hacen que así sea, éstas son preguntas científicas que requieren respuestas científicas (Manual de cátedra de Problemas epistemológicos de la psicología contemporánea. 2014, Págs. 271).

El conductismo fue demasiado extremo en sus afirmaciones, por ejemplo cuando afirmaban que un término teórico significativo siempre debe admitir una definición operacional en términos de elementos observables o, en otra ocasión, cuando ignoraba la existencia de fenómenos internos (como se hablo anteriormente), los cuales pueden ser accesibles a través de la introspección. Trataron a los humanos como “cajas negras”. No tomaron en cuenta, en este caso, los fenómenos internos; tomaron sólo una parte del todo. Aún así, no hay que quitar mérito al conductismo, lograron muchas cosas. El problema es lo restringido y exagerado que se tornó. Si bien el mismo tiene puntos en común con el estudio comparado del comportamiento, ya sean los reflejos innatos, los condicionados, etc., su campo se limitó demasiado a los mismos y quiso despojar a la psicología de toda cosa que no fueran pruebas objetivas, observables, medibles, etc. En este caso se despojó al animal, en particular al ser humano, de la autoconciencia. Todos somos autoconscientes, sabemos que sentimos ciertas cosas, accedemos a ello a través de la introspección, y esto era algo que el conductismo no debió ignorar bajo ninguna circunstancia. Se concentró sólo en una parte, negó la otra… Podemos notar que aunque hablemos de una teoría que se encuentra en el ámbito común de las ciencias naturales, puede ser parcial o completamente errónea.

Si bien es verdad que Lorenz fue materialista durante su vida, no está demás aclarar que no hubo una sola teoría materialista. Él creía que cuando hablamos de procesos psicológicos, estamos hablando de procesos físicos también, y viceversa, ya que estos serían lo mismo. Ahora bien, la siguiente teoría no concuerda para nada con lo que Lorenz postulaba. La teoría de la que estoy hablando es la del materialismo eliminativo. Según esta concepción “no existen estados como las creencias, los deseos y las intenciones” (Manual de cátedra de Problemas epistemológicos de la psicología contemporánea. 2014, Págs. 325). Los materialistas eliminativos piensan que “la psicología de sentido común es una teoría que pretende explicar y predecir la conducta humana, pero que falla en la tarea” (Manual de cátedra de Problemas epistemológicos de la psicología contemporánea. 2014, Págs. 325). Lo que no tiene en cuenta el materialismo eliminativo es que, a diferencia de los objetos orgánicos, los objetos inorgánicos, inanimados o carentes de conducta consciente observable (exceptuando a las plantas) actúan de acuerdo a las leyes de la física, siendo que el objeto de estudio de la psicología popular no es otro más que los seres vivos, entre ellos los humanos. Están dejando de lado el hecho de que los objetos inanimados “carecen de razones” (Manual de cátedra de Problemas epistemológicos de la psicología contemporánea. 2014, Págs. 270), a comparación de los humanos, los cuales actuamos de determinada manera por incontable cantidad de factores que contribuyen a estas razones. Las explicaciones racionales están sujetas a restricciones “normativas”, al revés que las explicaciones de la física. Las normas son estándares por los que juzgamos a las razones de un agente para actuar con buenas o malas razones. Y es obvio que tales normas no son en absoluto pertinentes en las explicaciones puramente físicas de los fenómenos: no criticamos a una piedra porque caiga ni alabamos al sol porque salga cada día (Manual de cátedra de Problemas epistemológicos de la psicología contemporánea. 2014, Págs. 326). Esto tendría más sentido si, por ejemplo, la piedra fuera consciente, al serlo, el hecho de caer sería un acto deliberado. Lo mismo sucede con el sol, si estuviera consciente estaríamos agradecidos por ser tan considerado con nosotros y salir cada mañana (aunque esto sería una excepción si el hecho de salir todas las mañanas fuera una finalidad, uno no elige la finalidad, es lo mismo que agradecerle a un gallo por cantar cuando sale el sol, el animal no lo hace de manera considerada, lo hace porque le ha sido útil para su vida filogenética). Funciona de forma distinta en el ámbito de lo inorgánico, al estudiar materia inorgánica puede encontrarse o producirse casos concretos en los que la cadena causal no esta “ramificada”, o en escasa medida. Si se quiere estudiar el efecto de la gravitación sobre un cuerpo en caída libre, podemos “suprimir” el efecto de la resistencia del aire haciendo caer ese cuerpo en el vacío. En el ámbito inorgánico las cadenas causales discurren paralelas y relativamente independientes, sin que las causas se influyan entre sí y sin que el efecto de lugar a un efecto retroactivo de importancia sobre el proceso que lo ha originado (Lorenz, K.1944-1948. Págs. 201). Como bien dice Lorenz, en el ámbito inorgánico se justifica y es provechoso en general la investigación causal atomística, son muy pocos los sistemas inorgánicos cuyo análisis requiere un método de reflexión y de trabajo más adecuado al todo. Por el contrario, en todos los procesos orgánicos las distintas causas no pueden en principio separarse tan fácilmente unas de otras. En un sistema de conexión causal ambiceptora universal, la exclusión o modificación de una causa implica siempre la modificación simultánea de todas las demás (Lorenz, K.1944-1948. Págs. 201). No hay que separar a la parte del todo para estudiarla por separado, pues esta se verá modificada y pasa a representar algo distinto de lo que era en el marco del todo orgánico. El hecho de que dentro de un organismo cada elemento se halle respecto de los demás en una relación causal recíproca convierte en obligado el método de análisis causal que denominamos “análisis holístico” (Lorenz, K.1944-1948. Págs. 201). Entonces, por su parte, el materialismo eliminativo no tomó en cuenta el hecho de que los seres vivos actuamos según ciertas razones, tenemos deseos y creencias, por eso nos comportamos de cierta manera cuando está lloviendo y no de otra (aunque hay excepciones siempre), por eso comemos incluso cuando no tenemos hambre. Un animal como un perro actúa de cierta manera ante ciertos estímulos incondicionados, pero un animal puede ser condicionado para que actúe de otra forma. Una piedra actuará de la misma manera bajo la resistencia del viento, o en caída libre. Y el no haber considerado esto, pone al materialismo eliminativo en una posición difícil.

Hay que tener en cuenta una cosa importante que resalta Lorenz en su escrito, y es que algo que diferencia al sistema orgánico de un sistema inorgánico, además de lo mencionado con anterioridad, es que el sistema orgánico presenta una “finalidad”, en el sentido de la conservación de la especie y que contienen esa escala de sub-todos subordinado y radicalmente distintos entre sí. Sólo es posible entender la función de una parte del todo cuando podemos abarcar y comprender “al mismo tiempo” la función de todas las demás. No es posible comprender ni una sola parte o función parcial si no se comprende al mismo tiempo la función de todas las demás; no hay parte que pueda analizarse “antes” que las otras (Lorenz, K.1944-1948. Págs. 202). Las partes se han diferenciado en una creciente división de trabajo, tiene sentido preguntar por la finalidad de la parte en el ámbito de lo orgánico por lo anterior dicho, pero no lo tiene en el ámbito de lo inorgánico. A causa de esto es necesario realizar el análisis con la observación simultánea de todas las partes. El análisis holístico se lleva a cabo de la siguiente manera: el organismo investigado debe conocerse primero como un todo antes de empezar a analizar partes o funciones parciales. A esta observación de conjunto pertenece la observación de la totalidad supraordenada de organismo y espacio vital, esto constituye una premisa básica para entender la finalidad de todos los órganos y funciones, condición previa para llevar el análisis causal de esas funciones. Al proseguir el análisis parcial de las distintas funciones desde todos los ángulos posibles al mismo tiempo nunca se ha de perder de vista la inclusión de esa parte en el todo (Lorenz, K.1944-1948. Págs. 205). Por el contrario, hay excepciones en las que se puede aislar una parte del todo y examinarla por separado, estos son los elementos relativamente independientes del todo. Un ejemplo de esto es el aparato óseo, que se puede tratar (en organismos adultos, no durante el desarrollo) como una parte del sistema que se halla respecto de todo, pero no en una relación ambiceptora, sino en una unilateral. Quiere decir que influye en la forma y en la función del todo, sin que éste influya en ella. Un aporte de la psicología en este sentido es el descubrimiento del reflejo y el reflejo condicionado, los cuales son elementos relativamente independientes del todo, pero que, como se dijo anteriormente cuando se hablaba del conductismo, se exageró y restringió el objeto de estudio, por lo cual perdieron cierta fuerza las corrientes que se dedicaron a esto. Pero volviendo al tema, aún así, un reflejo y el aparato óseo, por ejemplo, tienen una finalidad; pero hay que aclarar que hay órganos que no nos son tan útiles en términos de finalidad, aún así a su vez no son tan inútiles como para que los mecanismos naturales de la selección que desembocan en la eliminación actúen. Estos órganos (órganos rudimentarios o vestigios) pueden ser arrastrados durante años al ser de indiferente utilidad para la supervivencia. Y aunque tenga sentido preguntarse por la finalidad en el ámbito de los sistemas orgánicos, no se debe nunca confundir a la finalidad con la causalidad. La finalidad responde a la pregunta del “¿para qué?”, y la causalidad a la pregunta del “¿por qué?”. No han de confundirse estas preguntas, afirma Lorenz. Siendo que no me es útil el saber cuál es la finalidad de un sistema orgánico, si, por ejemplo, algo anda de manera incorrecta. La respuesta del “¿para qué?” poco o nada va a aportar a mi, por ejemplo, “¿por qué se desarrolló tal anomalía en este o aquel sistema orgánico?”. Hay que saber diferenciar, Lorenz declara que esto no es cosa fácil a veces, pero que si nos preocupamos tan sólo por la finalidad, lo que de allí saquemos estará sin duda errado. A la finalidad no se la puede forzar, no hace que resulte superflua la sucesión de causas concretas; en suma, no interviene como factor en la cadena causal de los acontecimientos. Solamente la comprensión de las causas por las que se producen los fenómenos adecuados a una finalidad y de la avería de la cadena causal me permitirá solucionar ese desperfecto y recomponer la totalidad interrumpida del sistema. Esa comprensión del hombre pensante es el único factor totalizador que existe. De ahí que la demostración de una finalidad sólo signifique para el investigador que existe un sistema de procesos vitales y no implique en modo alguno comprender las conexiones causales ambiceptoras universales. Para la investigación analítico-causal, la comprobación de una finalidad implica siempre la existencia de un problema. Las consideraciones final y causal de uno y el mismo fenómeno no corresponden a dos puntos de vista que se excluyan mutuamente; son dos cosas distintas y mezclarlas puede dar lugar a perjuicios, como por ejemplo, responder “para eso” cuando se pregunta “¿por qué?”. El análisis holístico de sistemas orgánicos no puede prescindir de la pregunta por la finalidad (Lorenz, K. 1944-1948. Págs. 216-217). Entonces, en todo su conjunto esto sería: el todo orgánico. Hay muchos factores adyacentes que deben tomarse en consideración, responder a las preguntas que se hacen de manera correcta y siguiendo el método del análisis holístico es una manera viable de mantenerse en el carril y no perder de vista el verdadero camino.

En resumen, hemos visto, desde un punto de vista del análisis holístico, en qué se han equivocado el dualismo, el conductismo filosófico y el materialismo eliminativo. Estas tres teorías han dejado de lado una parte importante del todo, ya sea la parte física (cuerpo), la consciencia o las razones por cuales no guiamos. He de nombrar una teoría en psicología de la percepción que ha hecho un buen trabajo, es la corriente alemana de la Gestalt, la cual demostró que fenómenos que en realidad no están unidos, les encontramos formas. Incluso, “gestalt” se deriva de la palabra alemana para “forma”. Inculcaron ciertas leyes, como la de la proximidad, o la ley de cierre. Lo que pretendían era demostrar que nuestra percepción tiende a unir o ver cosas que en realidad no están allí. Esto tiene una finalidad, somos propensos a ver caras donde no las hay, vemos objetos con cara, nubes antropomorfas, etc. Esto era para, según tengo entendido, lograr ver rostros ocultos, “predecir” si ese rostro mostraba una cara amigable o no, y demás cosas. Pero también tomaron en cuenta como se lograba eso en nuestro cuerpo. Por eso esta teoría fue citada incluso por Lorenz en su capítulo dedicado al “Todo orgánico y el análisis holístico”.

La consideración de todos y cada uno de las variables (factores) que intervienen en el sistema orgánico es de suma importancia. Ya sea que se hable de sus aspectos psicológicos no hay que dejar al margen el aspecto físico, de igual manera para el análisis de la conducta en aspectos físicos, hay que considerar el ámbito psicológico. Cuando uno analiza a un ser orgánico, la pregunta por la finalidad es útil, pero no es lo único a tomar en cuenta, es necesario un análisis causal, un análisis holístico. Ya hemos visto como algunas escuelas de la psicología como el conductismo han fallado en ciertos aspectos y como otras como la de la gestalt han realizado ciertos logros en su ámbito. No hay que olvidar que el ser vivo es complejísimo. Por eso mismo resulta tan laborioso estudiar al hombre, y quizás por eso muchas teorías que han intentado hacerlo han fallado en algún punto. Es un camino sinuoso; algunos se ven optimistas y creen que en un futuro se podrá comprender y predecir el comportamiento humano haciendo uso de las correlaciones que “existen” entre el sistema nervioso central y el aparato psíquico, por su parte hay otros que no le ven futuro alguno a esto. Pero los factores que afectan al ser vivo son casi indisociables, si acaso no lo son ya. Puesto que cuando uno analiza al mismo, debe tener en cuenta tanto lo ambiental, como lo físico, como lo psíquico. Y al intentar estudiar cualquiera de estas partes fuera de su todo, el equilibrio se ve interrumpido, y ya no es lo que fue en su momento; de ahí la importancia de este tipo de análisis y su correcto uso.

Bibliografía:

Lorenz, Konrad (1944-1948). La ciencia natural del hombre (El manuscrito de Rusia). Tusquets editores.

Manual de cátedra de “Problemas epistemológicos de la psicología contemporánea” (2014). Psicología, Epistemología.

Álvaro Gonzáles, Luis, C. (2013). Neuroética (II): circuitos morales en el cerebro patológico. Revista Neurología. 58 (6).

Consideraciones sobre la importancia del análisis holístico